Ahora voy a tratar un tema que por un lado suele pasar inadvertido
entre la mayoría de los colectivos e individualidades que se supone son
antisexistas o anarcofeministas y que por el otro cuando se trata suele generar
mucha polémica. Tocar este asunto es muy necesario para poder generar espacios
seguros para todxs y saber como responder de forma colectiva a determinadas
situaciones que vienen generadas por la sociedad patriarcal en la que vivimos.
Para empezar, quisiera
aclarar que en ningún momento pretendo que esta sea la visión ortodoxa o
establecida dentro del movimiento libertario, si no compartir mi opinión con
vosotrxs (y espero que vosotrxs también conmigo). Y que es muy posible que mi
visión en torno a este tema pueda ser modificada en base a mis futuras
experiencias y reflexiones.
En primer lugar, creo que
estaría bien definir qué es para mí una agresión sexista. Ya que si no, esto
podría degenerar en una deformación del debate de fondo y quedar en un terreno
más superficial dominado por términos y lenguaje. Una agresión sexista, en
términos generales sería cuando un/a compañerx o varixs se sienten agredidxs
por otra en base a razones de sexo o género. Por lo tanto podrían ser desde
situaciones claramente visibles como una violación (definida legislativamente
como la penetración exclusivamente), un abuso sexual (tocamiento de genitales,
pechos, trasero, caricias no consentidas...) o acoso (piropos indeseados o no
requeridos, llamadas persistentes y molestas, seguimientos, coincidencias
premeditadas...) hasta otras muchas agresiones que para las personas que no han
profundizado todavía en este tema pueden resultar invisibles o que no
comprenden su conexión con el sexismo y el patriarcado (en este sentido es
interesante leer el fanzine de Micromachismos). Por ejemplo el paternalismo que
hace que la persona que lo realiza se esté poniendo por encima de la otra
persona, las miradas lascivas que te penetran y hacen sentir invadidx, la
repetición constante y monótona en asambleas o debates que lleva al desgaste,
aburrimiento y desesperación para acabar dando la razón al/a la otrx, siendo
esto una relación de poder y destruyendo la supuesta horizontalidad...
Hay muchísimos más
ejemplos, pero no nos vamos a centrar en ellos, si no en cómo hay que responder
a ellos.
En segundo lugar, una vez
que hayamos detectado o sepamos de una agresión sexista, hay que preguntarse si
hay que consentirla y por lo tanto ser cómplices de ella o si por el contrario
hay que responder a ella. Para mí esto está bastante claro, si no eres parte de
la solución eres parte del problema, así que es mejor ser parte de la solución.
Por lo tanto, dependiendo
del grado de gravedad de la agresión puede ser respondida de forma más o menos
contundente. También hay que decir que hay una gran diferencia (a la hora de
responder) cuando una agresión la comete un/a desconocidx, un/a enemigx, un/a conocidx, un/a amigx, tu
compañerx... pero que a veces no queda más remedio que pasar por estas
situaciones antes que quedarte indiferente y hacer como si nada, si no
estaríamos siendo egoístas y respondiendo sólo ante la agresión a un/a amigx y
defendiendo siempre a nuestrxs amigxs agresorxs (aunque sea de forma
inconsciente, no posicionándonos, relativizando la agresión, justificándola o
desviando la atención para tratar las formas de la respuesta o filosofando
sobre conceptos irreales).
Si una agresión puede
solucionarse o remediarse mediante el diálogo y quien/es la han sufrido creen
que así es suficiente, ya que no han sufrido psicológicamente un trauma o dolor
profundo. Esta puede ser una buena opción, ya que la persona que la está
cometiendo es capaz de ser consciente de lo que está haciendo y en sus manos
está el poder cambiar su actitud y práctica. Si no quisiera solucionarlo y se
mantuviera en su postura, entonces habría que buscar otro tipo de solución más
práctica (aunque también lo sea más drástica). Aunque suponiéndolx como un/a
compañerx se supone que nos escuchará y tratará de mejorar la situación.
Si la agresión ha sido lo
suficientemente grave, éticamente está justificado el alejar a una persona de
la otra. No siendo jueces, policías o carcelerxs, como suelen calificar algunas
personas que han apoyado al agresor/a o no se han posicionado frente a una
agresión, dejando de lado a quien la ha sufrido sin mostrarle su apoyo y
generándole esa seguridad que tanto necesita. Esa seguridad que ha perdido la
persona agredida, puede conseguirse apoyando a la persona y haciendo que no
coincida en determinados espacios (su casa, los locales donde milite, los
lugares que puedan ser comunes...) con la persona que la agredido. Lo que es
mucho más difícil es acabar con el trauma y el dolor psíquico que ha producido
la agresión y las situaciones en las que se encuentre con la persona que la ha
agredido.
Incluso en casos
extremos, podría llegar a estar justificado el agredir al/a la agresor/a o el
generarle un dolor tan grande como el que haya causado. Pero esperemos que este
tipo de casos no lleguen a darse, si no eso querrá decir que no estamos
avanzando en absoluto, si no que estamos empeorando lo existente.
También hay que ser
conscientes de que la persona que ha agredido necesita ayuda, nadie puede estar
agrediendo de forma consciente y creerse que tiene derecho a ello, si no
estaría siendo autoritarix, sexista... y por lo tanto habría que enfrentarse a
él/ella como si del enemigo se tratase. Porque el Estado y el Patriarcado no
son sólo conceptos, si así fuera sería imposible acabar con ellos. Son
actitudes y formas de ser y hacer, que cada día podemos reproducir cualquiera
de nosotrxs.
Por propia experiencia sé
que es muy difícil llevar este tipo de situaciones, se pierden amigxs, se
alejan personas a las que quieres y cuando tratas de ayudar a la persona que ha
cometido una agresión si ella no está por la labor o si la persona agredida o
su círculo no quieren volver a relacionarse entre ellas, no hay nada o mucho
que hacer. Pero las relaciones sociales entre seres humanos a veces llegan a
ser muy complejas y no hay a veces soluciones para todo.
Por último aclarar que me
opongo fírmemente a la policía, los jueces, las cárceles y que en mi día a día
y en la sociedad que pretendo crear no caben. Pero ante situaciones de
injusticia, sexismo, autoritarismo, jerarquías, amiguismo, enemiguismo,
violencia, dominación... hay que enfrentarse a las injusticias y combatirlas
(igual que hacemos cuando nos enfrentamos a las injusticias que hay fuera de
nuestro movimiento) y para ello hay que hacer algo, tratando de recompensar y
ayudar a la persona que ha sufrido la/s injusticia/s. Espero que lxs agresorxs
no campen a sus anchas entre nosotrxs y que no se eche mierda sobre lxs
compañerxs que plantan cara a las injusticias (que esto ya lo he visto en
muchas ocasiones, es desmotivador, injusto, desmoralizador,
desenperanzador...). En nuestras manos está la solución y en la de nadie más.
¡MUERTE AL ESTADO Y AL PATRIARCADO!
Esto ha sido un breve
análisis sobre las agresiones sexistas dentro de nuestro movimiento, para más
información puedes leer los fanzines “Torres más grandes hemos visto caer” o
“Tijeras para todas, Textos sobre violencia machista en los Movimientos
Sociales”. Además, para el año 2013 será editado un libro que recogerá las
reflexiones colectivas que se realizaron en un debate con el mismo título que
este artículo, en las Jornadas Anarcofeministas que se desarrollaron en Febrero
del 2012 en el CALDO vegano, un Centro Social Okupado de Madrid.